Todos los que han sido grandes en este mundo han tenido una característica en común: empatía. La empatía es la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro”, es decir, entender la situación que está viviendo una persona, mediante la comprensión de relaciones causas-efectos y mediante la reflexión mental profunda y rápida.
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Cualquier persona puede desarrollar su empatía pero no todos lo consiguen. ¿Por qué? Esa es la pregunta del millón: ¿por qué hay personas más empáticas que otras? Supongo que se debe a todo el conjunto de factores que nos delimitan como personas: económicos, sociales, culturales, educativos, etc.
Mirad a los grandes del marketing, que conocen lo que los consumidores desean inclusive antes de que ellos lo sepan. Aquí basta ver el caso de Steve Jobs, que logró guiar el desarrollo de productos que revolucionaron sus sectores. Jobs sin duda fue uno de los grandes marketeros del mundo (y que quede claro que él odiaba la palabra marketing).
Pero, ni Jobs ni ningún otro grande consiguieron sus éxitos en un abrir y cerrar de ojos, ni mucho menos con una mano en la cintura; todos los grandes han tenido que esforzarse increíblemente, y fracasaron una y otra vez a lo largo de sus carreras, solo que sus triunfos fueron de tal impacto que sus derrotas quedan minimizadas.
Y mira, hablo de “los grandes” de cualquier sector, ya sea deportivo, industrial, educativo, científico, etc. Algunos tuvieron carisma, ingenio, inteligencia o fuerza, otros trabajaron duro, no se rindieron o conocían bien las debilidades del enemigo; pero sin duda todos entendían a la gente, de una u otra forma, y eso les dio ventaja sobre todos los demás.
Esta es la situación: puedes ser el mejor en algo, tener las mejores ideas o diseñar el proyecto perfecto, pero si no sabes tratar a la gente entonces estás perdido. Me refiero a la gente en general, de todos tipos y con todos carácteres. Al final de cuentas el punto frágil siempre termina siendo el factor humano.
¿Qué es tratar a la gente? Es saber como escucharle, como hablarle, como ordenarle, como pedirle, como motivarle, como inspirarle, y hasta me atrevo a decir como “darle por su lado”, como evitarle y como persuadirle. Para cada tipo de persona hay que tener un tipo de trato, que sea adecuado para cumplir con los objetivos que te has planteado.
Y en esto no hay mucho que estudiar porque el trato con la gente solo se aprende justamente al tratar con la gente. Si, nunca está de más tomar un curso al respecto pero si quieres ser un líder entonces tienes que saber manejar a esa gente que está dispuesta a seguir al líder, pero que requiere que se le convenza.
Que pongas a Jobs como ejemplo de empatía tiene su guasa… acepto que sabía lo que los otros pensaban, pero era incapaz de ponerse en la piel del otro. Era un tirano, un déspota y cruel hasta la extenuación con cualquiera que no pensara como él.
Pero bueno, eso no lo que quita que fuera un visionario, pero no confundir empatía con genio… de hecho, todos los genios que conozco eran las peores personas que ha visto la madre tierra: Jobs, Welles, Picasso, etc…
Muy válido tu comentario José Salgado. Es verdad que tenía una manera de tratar a los demás que no es digna de admirar, aunque en lo que respecta a su trabajo si hay mucho que admirar. Realmente es una persona compleja, pero creo que logró desarrollar un tipo de empatía colectiva que le permitió desarrollar grandes productos, sin que eso lo llevara a entender a las personas individualmente.
De acuerdo, se debe leer y ver las películas / documentales de Jobs, antes de ponerlo como ejemplo de «Empatia»
También se deben ver varias de sus presentaciones de productos, para tener el panorama completo. Ese hombre no tenía mucha empatía, pero la poca que haya tenido la usaba toda para vender sus productos, y vaya que en eso era un genio.
Las presentaciones son preparadas y montadas, la verdadera empatia esta en las relaciones personales y en eso Jobs, nada de nada
Recomiendo leer el prólogo del libro Creatividad S.A. Creo que lo que diga alguien que estuvo cerca de Jobs tantos años de su vida tiene mucho más peso que lo que yo pueda decir.